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El caso más llamativo es el de la Suprema Corte, pues se elegirán nueve cargos, divididos entre cinco ministras y cuatro ministros.
Desde hace más de un año escuchamos que el gobierno federal quería hacer una gran reforma del Poder Judicial, para que los ciudadanos eligiéramos a sus integrantes.
Esta controversial reforma es una realidad y el próximo 1 de junio se llevará a cabo una elección inédita en México: la ciudadanía votará directamente por quienes integrarán distintos órganos del Poder Judicial de la Federación.
En esta ocasión hacemos un repaso de lo que se votará en unos meses. La magnitud de la elección no tiene precedente: se elegirán nueve Ministras y Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; dos Magistraturas de la sala superior del Tribunal Electoral; 15 Magistraturas de las Salas Regionales del Tribunal Electoral; cinco Magistraturas del Órgano de Disciplina Judicial; 386 personas Juzgadoras de Distrito; 464 Magistraturas de Circuito.
Sin duda, el caso más llamativo es el de la Suprema Corte, pues se elegirán nueve cargos, divididos entre cinco ministras y cuatro ministros.
Cada votante verá en su boleta 64 nombres, acompañados de información detallada que incluye propuestas, trayectoria académica y profesional, visión de la impartición de justicia, quién postuló a la persona, datos de contacto.
La boleta funcionará como un catálogo extenso, en el que cada elector podrá evaluar el perfil antes de emitir su voto.
Cada persona, en una sola sección electoral, podría enfrentarse a la lectura de más de 200 currículums, para tomar una decisión informada.
Esta cifra da cuenta del nivel de complejidad que implicará este nuevo ejercicio. Más allá del derecho a elegir, la pregunta de fondo es si realmente tenemos la posibilidad como electores de ejercerlo de manera consciente, teniendo en cuenta la enorme carga informativa y técnica que implica revisar decenas de trayectorias judiciales.
El volumen de información no es menor: cada candidata o candidato presenta no solo su experiencia académica y profesional, también propuestas específicas para el cargo que busca ocupar.
En la práctica, cada persona que acuda a las urnas tendría que realizar una lectura exhaustiva y especializada para distinguir entre perfiles que, en muchos casos, comparten credenciales similares. Esto contrasta con el tiempo y los recursos que las personas pueden destinar a este proceso.