Violencia contra los niños

Cuando pensamos en celebrar a la niñez, la fecha que nos viene a la mente es el 30 de abril: un día para recordar los buenos momentos que vivimos en la infancia. Sin embargo, la realidad es que muchas niñas y niños no tienen una infancia feliz, pues millones están expuestos diariamente a formas de violencia que van desde la negligencia hasta el homicidio.

En junio se conmemoran dos fechas que nos hacen reflexionar sobre la situación de la niñez en el mundo, pero particularmente en México: el 4 de junio es el Día Internacional de los Niños Inocentes Víctimas de Agresión y el 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En esta ocasión revisamos la situación alarmante de violencia que padecen las infancias en nuestro país.

Empezamos con el panorama de una de las formas de maltrato infantil: la negligencia, que en México representa una forma de violencia muchas veces invisible, pero de graves consecuencias. En 2023 se registró la segunda cifra más alta de hospitalizaciones por abandono en 13 años, con un incremento de 592% respecto a 2010.

Este fenómeno ha crecido en magnitud y afecta desproporcionadamente a niñas y mujeres adolescentes, quienes constituyen 77% de los casos.

Es particularmente preocupante que el abandono ocurre principalmente en espacios que deberían brindar seguridad y protección: 93% de los casos documentados tuvieron lugar en viviendas. Encontramos que tres entidades concentran la mitad de los casos de abandono en el país: Estado de México (28.1%), Hidalgo (19%) y Jalisco (6.1%).

Otra de las expresiones del maltrato infantil es la explotación laboral y criminal de niñas, niños y adolescentes. Actualmente hay 3.7 millones de menores en situación de trabajo infantil en México, una cifra que creció 14.1% en apenas tres años. Las principales víctimas son niños (seis de cada 10) y uno de cada tres tiene entre 5 y 9 años. En cuanto a la explotación criminal de niñas y niños, el riesgo de reclutamiento por parte del crimen organizado afecta a hasta 250 mil menores, y se concentra en entidades como Estado de México, Jalisco y Chiapas.

La normalización de la violencia doméstica contra niñas, niños y adolescentes sigue siendo un grave problema, pues generaciones pasadas crecieron con la idea de que la violencia es necesaria para imponer disciplina, pero la realidad es que sólo genera trauma. En 2023, más de 22 mil menores fueron atendidos en hospitales por violencia familiar. En uno de cada cinco casos el agresor fue el padre o padrastro.

El aumento de 13.4% de casos respecto al año anterior muestra que este problema va en aumento. Cuando vemos las entidades que registran más casos de violencia doméstica contra niñas, niños y adolescentes, nuevamente destacan el Estado de México e Hidalgo, además de Veracruz.

Cuando pensamos en las formas de violencia infantil más severas, no podemos dejar de mencionar el abuso sexual infantil, pues es una de las más devastadoras por sus secuelas de largo plazo y por su alta tasa de impunidad: la mayoría de los casos ocurren en los hogares y los hechos nunca se denuncian. En 2022, casi 10 mil niñas, niños y adolescentes fueron atendidos en hospitales por violencia sexual. Tres cuartas partes de los casos ocurren en el hogar, muchas veces por familiares cercanos. Resulta perturbador que una de cada 8 agresiones sexuales infantiles sea cometida por un padre o padrastro; entre 2022 y 2023, estos casos aumentaron 9.4%. Además, la violencia sexual se concentra geográficamente en Estado de México, Veracruz y Chihuahua, donde ocurren uno de cada tres casos denunciados.

Finalmente, el homicidio infantil representa la forma más extrema y brutal de violencia contra la niñez. México reporta 2.5 asesinatos de menores por día, superando incluso el promedio diario en países en conflicto como Afganistán. Sólo en el primer trimestre de 2025, se registraron 209 asesinatos violentos de menores. El uso de armas de fuego en ocho de cada 10 homicidios dolosos infantiles en enero de 2024 evidencia el nivel de letalidad de la violencia a la que están expuestos los menores. Además, 12 estados reportaron aumentos, con Sinaloa encabezando con un incremento de 1,300%, seguido por Puebla (600%) y Guerrero (275%).

Como vemos, la violencia contra niñas, niños y adolescentes en México adopta múltiples formas: desde la negligencia hasta el homicidio, y está profundamente arraigada en estructuras sociales, económicas y familiares que deberían proteger a las infancias. Las cifras que presentamos en este análisis muestran un patrón alarmante de vulnerabilidad sistemática, donde millones crecen entre el abandono, la explotación, el abuso y la impunidad.

Estas realidades exigen políticas públicas más efectivas y una transformación cultural que deje de normalizar la violencia en el hogar, en la escuela o en la calle. Romper este ciclo requiere voluntad política, inversión sostenida y el reconocimiento colectivo de que la infancia debe ser una prioridad absoluta. Si buscamos tener sociedades más seguras y prósperas, tenemos que empezar por proteger a la niñez.