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Un estudio global de Pew Research revela que el cristianismo y el budismo son las religiones con mayor pérdida de seguidores entre los adultos menores de 55 años.
Un nuevo estudio del Pew Research Center reveló un fenómeno creciente a nivel global: la desafección religiosa entre adultos menores de 55 años.
Según los hallazgos, aproximadamente 1 de cada 10 personas que fueron criadas bajo una religión ha abandonado por completo esa identidad espiritual al llegar a la adultez.
El análisis, basado en encuestas realizadas en 117 países que cubren al 92% de la población mundial, muestra que si bien el 76% de la población mundial sigue identificándose con alguna religión, esta cifra ha disminuido ligeramente desde 2010. La principal causa de esta caída es el abandono voluntario de la religión durante la juventud.
Dentro de las religiones con mayor presencia mundial, el cristianismo y el budismo son las que más sufren la “fuga de la fe”.
De acuerdo con los datos, solo el 83% de las personas que crecieron dentro del cristianismo siguen considerándose cristianas en la adultez. Un 15% se ha desafiliado por completo mientras que el 2% cambió a otra religión.
En el caso del budismo, la situación es aún más crítica: solo el 78% permanece, 19% se ha vuelto no religioso y un 3% ha optado por otra religión. Esto convierte al budismo en la religión con la tasa más alta de desafiliación.
Por el contrario, el islam y el hinduismo muestran una fidelidad religiosa casi intacta. En ambas religiones, el 99% de quienes crecieron dentro de esa fe continúan en ella. Solo un 1% cambió de religión, y en el caso del hinduismo, ni siquiera hay desafiliación registrada.
Esta alta tasa de retención se ve influida en parte por factores legales y culturales. En varios países de mayoría musulmana o de fuerte tradición hindú, existen leyes o presiones sociales que desincentivan el cambio de religión, lo que podría limitar la libertad religiosa efectiva.
El estudio de Pew también revela que el cambio religioso es más común en países con un índice alto de desarrollo humano (IDH).
En naciones con altos niveles de educación, salud e ingresos, el 18% de los adultos cambió de religión. En contraste, en países con bajo IDH, solo el 3% lo ha hecho.
Sin embargo, este patrón no es absoluto. Algunos países con bajo nivel de desarrollo también muestran bajas tasas de cambio religioso por razones culturales o legales, como sucede en Tailandia, Camboya, Argelia o Egipto.
Aunque la mayoría de los adultos menores de 55 años sigue perteneciendo a la religión en la que fue criado, las cifras muestran una tendencia creciente hacia la desafiliación, especialmente en países con altos niveles de desarrollo.
El cristianismo y el budismo enfrentan los mayores desafíos, mientras que el islam y el hinduismo muestran una sorprendente estabilidad.