
Foto: Cuartoscuro
El PRI pasó de gobernar las 32 entidades en 1988 a quedarse con únicamente dos en 2024, según investigación de Polls MX.
Durante gran parte del siglo XX, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue el partido hegemónico de México.
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En 1988 gobernaba las 32 entidades federativas del país y, por lo tanto, el 100% de la población, que en ese momento era de 80.9 millones de personas.
Sin embargo, a partir de 1991 comenzó el retroceso: perdió su primera gubernatura a manos de la oposición y desde entonces inició un declive constante.
En 1997, el PRI todavía controlaba 25 estados, pero en el año 2000, cuando perdió la Presidencia de la República, su poder territorial ya se había reducido a 19 gubernaturas, lo que equivalía al 59.4% de los estados y al 60.1% de la población nacional.
La tendencia negativa continuó en 2006, cuando apenas gobernaba 18 entidades, es decir, el 56.2% del total, con presencia sobre el 61.1% de los mexicanos.
El regreso del PRI a la Presidencia con Enrique Peña Nieto en 2012 no revirtió el desgaste.
Aunque en ese sexenio llegó a mantener 20 gubernaturas (62.5% del total), en 2018, tras perder de nuevo la elección presidencial, el derrumbe fue evidente: el partido quedó con 12 estados, equivalentes al 37.5% de las entidades y al 44.6% de la población.
La década de 2020 ha sido la más dura para el partido.
En 2021 apenas retuvo cuatro estados, con el 12.5% de las gubernaturas y poco más del 28% de la población.
En 2022 descendió a tres entidades (9.4%), con presencia sobre el 22.9% de los mexicanos.
Finalmente, en 2023 y 2024 quedó reducido a únicamente dos gubernaturas, lo que representa apenas el 6.2% del total y alrededor del 5% de la población nacional.
La investigación de Polls MX, con datos del INE, Conapo e Inegi, muestra con claridad el tránsito del PRI de ser el partido dominante de México a una fuerza política con mínima presencia territorial.
En 2025, el tricolor enfrenta el reto de redefinirse y sobrevivir políticamente, muy lejos de aquel poderío que durante décadas lo convirtió en sinónimo de gobierno en el país.
De cara a las elecciones de 2027, el PRI busca alianzas estratégicas con otros partidos de oposición para no perder más terreno en las gubernaturas en juego y mantener presencia en entidades clave.
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La apuesta estará en negociar candidaturas competitivas dentro de posibles coaliciones y en retener los bastiones que aún conserva, en un escenario donde Morena y sus aliados continúan dominando el mapa político.
Al mismo tiempo, no se descarta que el partido opte por contender en solitario en ciertos estados, con el objetivo de recuperar identidad propia frente al electorado.
En cualquiera de los escenarios, el desafío será sostener relevancia y evitar una mayor pérdida de espacios en el camino hacia 2027.