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La verdad de los homicidios dolorosos en México

El estado de Michoacán ilustra la gravedad del fenómeno. Los homicidios dolosos en esa entidad pasaron de 2,877 durante el sexenio de Fox, a 10,542 con López Obrador.

Research Land hace un estudios sobre el aumento de los homicidios dolosos en México desde el sexenio de Fox, hasta AMLO.

Foto: Research Land

Redacción  Polls MX

Redacción Polls MX

Publicada: nov 07 a las 13:06, 2025

Los homicidios dolosos siguen siendo el indicador más crudo de la violencia en México. Aunque las autoridades insisten en que el país “va mejorando”, los datos duros muestran una tendencia contraria: durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, México alcanzó la cifra más alta de homicidios dolosos registrada en las últimas dos décadas. La comparación histórica demuestra que la violencia homicida no ha disminuido, sino que se ha normalizado a niveles que antes eran impensables.

El recuento total de homicidios dolosos por sexenio se muestra a continuación:

  • Vicente Fox (2000–2006): 74,389 homicidios
  • Felipe Calderón (2006–2012): 103,537 homicidios
  • Enrique Peña Nieto (2012–2018): 124,022 homicidios
  • Andrés Manuel López Obrador (2018–2024): 163,668 homicidios

Las cifras muestran un incremento constante en cada administración, con un salto de más del 30% entre Peña Nieto y López Obrador. El último sexenio acumuló casi 40 mil homicidios más que el anterior, y más del doble que durante el gobierno de Fox.

Este crecimiento progresivo evidencia que las estrategias de seguridad no solo no han resuelto el problema, sino que han permitido que la violencia se consolide como fenómeno estructural.

El estado de Michoacán ilustra la gravedad del fenómeno. Los homicidios dolosos en esa entidad pasaron de 2,877 durante el sexenio de Fox, a 4,009 con Calderón, 6,421 con Peña Nieto, y finalmente 10,542 con López Obrador.

El aumento del 265% en dos décadas convierte a Michoacán en un caso particular de análisis del deterioro nacional: una región atrapada entre la presencia del crimen organizado, la ineficacia de las fuerzas federales y la debilidad institucional local. La militarización del territorio, lejos de revertir la violencia, ha coexistido con un crecimiento sostenido de los homicidios, confirmando que la política de “abrazos, no balazos” no logró reducir los índices de letalidad.

El análisis estatal confirma que el sexenio de López Obrador fue el más violento en 18 de los 32 estados del país, según la comparación histórica por entidad federativa.

Entre los estados con peores resultados, destacan:

  • Guanajuato: 16,725 homicidios (el nivel más alto de todo el país)
  • Baja California: 14,509 homicidios
  • Michoacán: 10,542 homicidios
  • Jalisco: 10,079 homicidios
  • Sonora: 7,694 homicidios

Estas cifras colocan a Guanajuato como el epicentro de la violencia homicida en México, con más del doble de asesinatos que estados como Zacatecas o Sonora, y un incremento que rompe cualquier precedente histórico.

Algunos estados mostraron comportamientos de violencia moderada sin llegar a registrar mejoras significativas. En la categoría de resultados moderados se ubican entidades como:

  • Estado de México: 13,801 homicidios.
  • Chihuahua: 11,674 homicidios, también con incremento constante.
  • Aguascalientes: 6,285 homicidios.
  • Veracruz: 5,746 homicidios.
  • Puebla: 5,424 homicidios.

Aunque en ciertos casos el crecimiento fue menor que en los estados del bloque más violento, la tendencia general sigue siendo ascendente. Ninguna de estas entidades logró revertir la curva de homicidios. Incluso en las regiones donde la violencia se estabilizó, lo hizo en niveles elevados.

Por otra parte, los estados con ligeramente mejores resultados incluyen a Guerrero (7,904 homicidios), Oaxaca (5,111), Sinaloa (3,810) y Coahuila (2,838). En ellos, los homicidios disminuyeron marginalmente respecto a los sexenios anteriores, pero sin alcanzar reducciones sostenibles ni generalizadas.

Homicidios Jalisco

Foto: Cuartoscuro

La radiografía de la situación de violencia de la república mexicana, se puede sintetizar de la siguiente manera: de los 32 estados de la República, 18 registraron su nivel más alto de homicidios dolosos durante el sexenio de López Obrador, mientras que solo 5 alcanzaron sus picos más graves en los gobiernos de Calderón o Peña Nieto, y en el mandato de Fox, esta cifra se alzaba a 4 estados.

Esa distribución deja claro que el pasado sexenio concentra la mayor extensión territorial del problema: más de la mitad del país en su punto máximo de violencia letal.

Las cifras, al ser comparadas en secuencia y por entidad, indican una evolución estructural de la violencia:

  • Calderón militarizó la seguridad pública y elevó los niveles de violencia por confrontación directa con los cárteles.
  • Peña Nieto mantuvo la estrategia, pero la diversificación de grupos criminales y la corrupción policial aumentaron los asesinatos.
  • López Obrador prometió desmilitarizar, pero su política híbrida (presencia militar sin ofensiva frontal) no detuvo la escalada: los homicidios continuaron creciendo hasta alcanzar el pico histórico de 163,668.
AMLO, EPN, Calderón y Fox

Foto: Cuartoscuro

El resultado es un país atrapado en una espiral de violencia sostenida, donde cada gobierno hereda cifras récord al siguiente.

El análisis revela un hecho innegable: México cerró el sexenio 2018–2024 con la mayor cifra de homicidios dolosos en su historia moderna. La violencia se ha expandido territorialmente, se ha diversificado en actores y ha penetrado todos los niveles de gobierno.

Las gráficas demuestran que las políticas de seguridad de los últimos veinte años, aunque distintas en discurso, han compartido un mismo resultado: el incremento constante de muertes violentas.

Si algo queda claro de los datos es que la narrativa oficial de “pacificación” no encuentra sustento empírico. Lejos de reducir los homicidios, el Estado mexicano ha sido incapaz de controlar la letalidad. Los números no sólo desmienten los discursos, sino que retratan a un país donde la violencia dejó de ser crisis y se volvió una presencia común en el día a día.