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La cena de pavo en los hogares mexicanos se mantiene como una tradición sólida en las fiestas decembrinas

El pavo se ha consolidado como uno de los platillos insignia de las cenas de Navidad y Año Nuevo en los hogares mexicanos, alcanzando un nivel de arraigo similar al de los romeritos o el bacalao.
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Sin embargo, detrás de esta tradición existe una realidad económica marcada por la dependencia: la industria nacional no logra satisfacer la demanda interna, lo que obliga al país a importar la gran mayoría de estas aves.
De acuerdo con datos del Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne), difundido por Reporte Índigo, durante el año 2024 el consumo de pavo en México alcanzó las 173 mil 786 toneladas.
De esta cifra, el 89% provino del exterior, principalmente de Estados Unidos, país que suministró 138 mil 429 toneladas, representando por sí solo el 80% del consumo nacional.
En un lejano segundo lugar como proveedor se encuentra Brasil, con apenas 9 mil 542 toneladas, seguido por Chile, Canadá y España, cuyas aportaciones son marginales en comparación con el gigante norteamericano.

Esta dependencia del suministro externo condiciona los precios para los importadores y consumidores mexicanos.
En los últimos tres años, el costo de la carne de pavo estadounidense ha aumentado debido a la influenza aviar, que limitó la oferta disponible para exportación.
A pesar de este panorama, la producción nacional mostró un ligero crecimiento del 1.3% anual, alcanzando las 18 mil 989 toneladas en 2024.
A nivel estatal, Yucatán lidera la producción nacional con 5 mil 165 toneladas, seguido por Puebla con 2 mil 729 y el Estado de México con 2 mil 258 toneladas.

Para reducir la brecha, especialistas sugieren que México debe invertir en: